"Sahib," dijo el vendedor de espadas, "esta hoja, que viene de la lejana Singapur, no tiene igual, en cuanto a su filo, en toda Delhi."
Me enseñó la hoja para que la inspeccionara. Era un largo kriss, o cuchillo Malayo, con un curioso mango en forma de barco, y que como él decía, era muy afilado.
"Se lo compré a Sidi Hassen, un vendedor de Singapur en cuya posesión cayó, tras la venta de las armas y efectos del Sultan Sujah Ali tras la captura del Sultán por los británicos. ¿Habéis oído el relato, Sahib? ¿No? Dice así:
"Sujah Ali era el hijo menor de un gran Sultán. Tenía muy pocas posibilidades de acceder al trono, de modo que abandonó los dominios de su padre, y se hizo pirata, llegando a formarse un nombre y un imperio. Aunque al principio no tenía más que unos pocos prahos (barcos) y menos de un centenar de hombres, superó este obstáculo merced a sus cualidades de liderazgo, que le llevaron a obtener muchas victorias, un gran botín y considerable renombre. Su fama propició que se le unieran muchos hombres, y el botín le permitió construir más prahos. Aumentando continuamente su flota, pronto controló los ríos de la Península, y entonces comenzó a aventurarse en el mar. En unos pocos años, sus naves eran temidas y respetadas por todos los cargueros holandeses y juncos chinos cuyas velas cruzaran las aguas del mar de la China. Tierra adentro, comenzó a invadir los dominios de los demás Sultanes, conquistando, entre otros, el sultanato de su hermano mayor, que había sucedido a su padre en el trono. La fama de Sujah Ali llegó lejos, y su sombra se proyectaba sobre mucha gente.
"Entonces los ingleses llegaron a la Península, y construyeron Singapur. Sujah Ali envió barcos para emboscar sus bajeles, muchos de los cuales capturó con éxito. El inglés mandó tras él grandes naves, que transportaban muchas armas pesadas y muchos hombres armados.
"El Sultán salió a su encuentro en persona, con la mayor parte de su flota. Fue un día desastroso para él. Cuando el rojo sol se hundió en el mar, al menos cincuenta de sus mejores prahos, y miles de sus hombres, entre los cuales se hallaban algunos de sus mejores capitanes, yacían bajo las aguas. Huyó tierra adentro con los reducidos restos de su flota.
"Los ingleses decidieron aplastarle definitivamente, enviaron barcos río arriba, y en numerosas batallas, duramente luchadas, hundieron la mayoría de los prahos que aún conservaba Sujah Ali, y limpiaron mar y tierra de los piratas que las infestaban. De cualquier modo, buscaron en vano al Sultán. Había escapado a un escondite cercano e inaccesible...una pequeña aldea en lo más profundo de un conglomerado de arrollos, pantanos, e islas cubiertas de jungla. Allí permaneció, con unos pocos guerreros, mientras los Ingleses patrullaban sin éxito por las estrechas y sinuosas entradas.
"Amina, su esposa favorita, estaba entre los que le acompañaron a su refugio. Estaba apasionadamente unida al Sultán, y, aunque él lo había deseado así, se había negado con tozudez a abandonarle.
"Había una hermosa muchacha en la aldea, de la cual Sujah Ali quedó prendado. Finalmente la desposó, y ella ejerció tan grande influencia sobre él, que Amina, que había llegado a considerarse a sí misma como la primera en el afecto de su marido, sintió celos. Según pasó el tiempo, ella percibió con más claridad cuán completo era su encaprichamiento, sus celos se hicieron más intensos y violentos, y al final la empujaron a abandonar en secreto la aldea, una noche, y a buscar al capitán de un bajel británico que había estado navegando el río, arriba y abajo durante semanas. A este hombre, un tal Rankling Sahib, reveló el secreto del escondite de Sujah Ali. Y traicionándole de ese modo, posiblemente deseaba más vengarse de su rival que del Sultán.
"Rankling Sahib, guiado por Amina, cruzó a medianoche por el laberinto de arrollos y junglas. Desembarcó a sus hombres y entró en la aldea. Los Malayos, tomados completamente por sorpresa, ofrecieron poca o ninguna resistencia. Muchos se despertaron sólo para encontrarse apuntados por rifles cargados, y se rindieron sin oposición.
"Sujah Ali, que había permanecido despierto toda la noche preguntándose la causa de la ausencia de Amina, saltó fuera de su cabaña con un puñado de sus hombres, y realizó un fútil intento de huída. Se produjo una lucha desesperada, en la cual usó su kriss, el mismo que veis, con efectos mortales. Dos ingleses cayeron muertos, e hirió de gravedad a un tercero.
"Rankling Sahib había dado órdenes de que el Sultán fuera capturado vivo, si fuese posible. Finalmente, herido, agotado y rodeado por sus enemigos por todas partes, el Sultán fue hecho prisionero. Y a la mañana siguiente, fue llevado río abajo, hacia Singapur.
"Ese es el kriss que ves en la pared."
English original: El Kriss Malayo (The Malay Krise)